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Reír para no llorar: la estrategia del antimileismo para recomponer lo que el 13 de agosto se rompió.

Por Bruno Filippi

3 de septiembre de 2023


La Burla Contraataca: distinto escenario, mismas estrategias.

En un país como Argentina donde el clima social cambia al ritmo del dólar, las sensaciones del lunes post PASO ya nos parecen arcaicas. Atrás parece quedar ese baldazo de agua fría que tomó a la política por sorpresa, al día de hoy los cuerpos se templaron, y si bien las grandes coaliciones siguen calculando sus movimientos con miedo, sus militantes y partidarios ya comenzaron a contraatacar al “León”.

Si hay algo que marca la argentinidad en sangre es el surgimiento del humor como mecanismo de defensa en situaciones de crisis, y en un país que todo es una joda, no hay mejor opción que seguirla. Así es como en las últimas semanas se fue gestando un discurso y una crítica burlesca para resistir y disminuir los efectos conducidos por Javier Milei. Las estrategias de combate varían un poco dependiendo del color político que las realice, pero se mezclan como un gran frente pro-política en el campo de batalla, Twitter.


Javier Delay: “La Libertad Avanza, con templanza”

Como mencioné, las estrategias varían según el color político, se personalizan entrelazando lo que su postura propone con lo que a su vez intenta denunciar. En este sentido el ala de Juntos por el Cambio utiliza como punto de partida la evidente etapa de moderación en la que Milei se embarcó post PASO. Las diversas declaraciones donde el candidato libertario se retracta de viejas afirmaciones polémicas, o donde minimiza postulados sensacionalistas, se suman a una serie de aclaraciones de él y su equipo sobre los tiempos de sus propuestas más célebres. ¿Dolarización?, en un segundo, o tercer mandato, ¿apertura total del mercado?, no, vamos de a poco, ¿venta de órganos? era un análisis filosófico, no entienden nada, ¿volamos el banco central? más adelante, no estamos seguros, ¿sistema educativo de vouchers? esperen que no sabemos muy bien como funciona, igual es un plan de acá a treinta años.

Javier “Delay”, (autoría cambiemita), que se encuentra atrapado entre la realidad y el discurso, entre el humo y el concreto, tiene el desafío de mantener su denuncia errática que capta el descontento social, y al mismo tiempo poner los pies sobre la tierra y realizar un plan realista que se ajuste a los condicionamientos democráticos, económicos y socioculturales. Mientras tanto, las acusaciones de tibieza, gradualismo y socialismo violeta no se hacen esperar. Los usuarios se entretienen con juegos bobos de palabras, como por ejemplo: “La Tibieza Avanza”, “Motosierra a manivela”, “Leoncito”, “La libertad atranca”, entre otros. El trasfondo del asunto, para el simpatizante de JxC, es revelar la infactibilidad de las promesas de Javier, dejar en evidencia que no existen las soluciones mágicas y que el Estado no se cambia en un día. A su vez desliza como sustento sus victorias ganadas: estructura partidaria, municipios y gobernaciones, y lo quizás más prometedor, una posible mayoría parlamentaria en ambas cámaras.


“Argentina no es un país bananero”

Por su parte el oficialismo, si bien comparte un poco de la ofensiva burlesca resumida anteriormente, hace foco en las expresiones de su antiguo vicepresidente, el cual se encuentra hoy parado en la coalición del frente, Miguel Angel Picchetto. El dirigente peronista disidente que hoy integra la mesa chica de Juntos por el Cambio respondió hace unos meses a una pregunta del periodismo sobre la idea de dolarizar el país. Pichetto fue contundente; “Argentina no es una republiqueta bananera centroamericana”. La icónica frase pasó desapercibida en su actual electorado, pero si prendió en el de Unión por la Patria. Las reivindicaciones marcadamente nacionalistas que remite la frase, despiertan toda una protección de la soberanía nacional que el peronismo necesita recuperar en estos momentos como bandera principal. La ofensiva, con fuerte presencia del movimiento rebordista, séquito de Tomás Rebord y su plan H.A.G.O.V, se encarga de categorizar como “banana” al simpatizante mileista, y de “bananismo” a las propuestas que promulga La Libertad Avanza. La connotación negativa de la palabra parece mínima, pero la masividad y la constancia pueden hacerla más efectiva y en cierta medida afectan a la autopercepción de “basados” con la que el libertarismo se ha manejado, sobre todo post PASO.

La fuerza de este lineamiento discursivo parte de diferenciar a la Argentina de países con sus economías dolarizadas, como Ecuador, El Salvador o Panamá, países que están lejos de tener sus problemas resueltos, como el nuestro, pero que no coinciden con las proyecciones y expectativas que Argentina puede tener. La premisa consiste en inflar el pecho de orgullo y comenzar a relatar logros, viejas glorias y futuras conquistas para determinar que nuestro país no puede caer en la denigrante y explícita posición de ser un perrito faldero de EEUU.


¿Es la estrategia correcta?

La última vez que alguien le dijo “virgo” a un militante libertario su candidato ganó las PASO con casi el 30% de los votos. Si hay una lección que ese domingo 13 de agosto nos dejó fue que minimizar la existencia de su electorado, negar los reclamos válidos de inconformidad, e infantilizar y ridiculizar a su votante no fueron las mejores ideas. Si bien la ofensiva actual, centrando el ataque en sus propuestas, es un tanto diferente a los primeros ataques al libertarismo en su irrupción años atrás, la burla a su líder y a sus militantes persiste.

Es imposible no remitirse a las palabras de Carlos Pagni cuando analiza el éxito de Milei y la relación con sus características personales, “Él conecta con algo que conoce perfectamente; una sociedad que siente que la clase política le hace bullying, a él le hacen bullying”. No hay indicios de que esta relación de la sociedad con la clase política haya cambiado, no se evidencian mejoras económicas, y la agonía social sigue intacta. No podemos saber al día de hoy si estas nuevas oleadas de burlas y contestaciones cómicas van a ser condicionantes en su caudal de voto en octubre. Lo que sí sabemos es que la situación es más que delicada, y no se ven señales de que los ataques frontales tiendan a parar y las declaraciones de Milei y su gente no contribuyen a un alto al fuego. Mientras tanto los medios de comunicación se suben a la oleada ofensiva, con una cierta intención de frenar un fenómeno del cual ellos fueron socios mayoritarios en su creación. Por su parte, la clase política, todavía tímida, analiza una y otra vez su plan de acción para las generales, las grandes coaliciones temen ser elefantes en un bazar, el cual ya rompieron hace tiempo.


Bruno Filippi

Bellvillense. Estudiante de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Córdoba. Me gusta el cine, la música y otras hierbas por el estilo. Ricardito Alfonsín me bloqueó en Twitter.